La Cuaresma es un tiempo de 40 días de oración, ayuno y limosna que comienza el Miércoles de Ceniza y termina al atardecer del Jueves Santo. Es un período de preparación para celebrar la resurrección del Señor en La Pascua. Durante la Cuaresma, buscamos al Señor en oración leyendo la Sagrada Escritura; servimos dando limosna; y practicamos el autocontrol a través del ayuno. Estamos llamados no sólo a abstenernos de los lujos durante la Cuaresma, sino a una verdadera conversión interior del corazón al procurar seguir la voluntad de Cristo más fielmente. Recordamos las aguas del bautismo en las que también fuimos bautizados en la muerte de Cristo, morimos al pecado y al mal, y comenzamos una nueva vida en Cristo. Muchos conocen la tradición de abstenerse de la carne los viernes durante la Cuaresma, pero también estamos llamados a practicar la autodisciplina y ayunar de otras maneras a lo largo de la temporada. Contempla el significado y los orígenes de la tradición del ayuno cuaresmal en esta reflexión. Además, la entrega de limosna es una manera de compartir los dones de Dios, no sólo a través de la distribución de dinero, sino a través del intercambio de nuestro tiempo y talentos. Como nos recuerda San Juan Crisóstomo: "No permitir que los pobres compartan nuestros bienes es robarles y privarlos de la vida. Los bienes que poseemos no son nuestros, sino suyos". (Catecismo de la Iglesia Católica, No. 2446). En la Cuaresma, los bautizados están llamados a renovar su compromiso bautismal mientras otros se preparan para ser bautizados a través del Rito de Iniciación Cristiana de los Adultos, un período de aprendizaje y discernimiento para las personas que han declarado su deseo de convertirse en católicos.